lunes, 19 de abril de 2010

xx poemas de Juanmanuel González Ríos: pasión y amor sin canción desesperada




Vamos a hablar
de lo profundo
del eco
del precipicio
del borde
de la piel.

Profundicemos, pues. Quien se encuentra por primera vez con los xx poemas para ser leídos en el tren urbano, piensa en incesto, pederastia, inmoralidad, pecado. Quien los lee por segunda vez, piensa… lo mismo. Sucede que, aunque este poemario no solicita un cambio de pupilas, sí exige un cambio en la mirada. Es nuestra adultez la que se escandaliza; ese ser conscientes de que otro adulto violenta el imaginario de la infancia con su mano de poeta. Quizás, una reacción conservadora se deba a los tantos recuerdos que la escritura de Juanmanuel González despierta simultáneamente. Muchas veces, la adultez feliz ha pagado el precio de abandonar la infancia en un sarcófago o, en el peor de los casos, la basura. Sin embargo, nuestro escritor ha optado por buscar la niñez y rebuscar en ella el acervo de metáforas que nutre su actividad creativa.
Para apreciar esto con mayor claridad, tracemos este libro como eco de los anteriores: esos motivos que lo unen a las propuestas de González… sus reminiscencias. En “Casi una dedicatoria”, de Sobre todo tus silencios, el autor traza una genealogía. Inicia el desfile de familiares y amigos, con la figura del padre, lo cual convierte en hijo al poeta, pero culmina haciendo mención al poemario, hijo –a su vez- del autor. Continúa el libro con “abrapalabra”, alusión a la palabra como sésamo que amerita ser abierto: el lápiz deviene en varita mágica ante cuyo influjo se vuelcan los semas o significados que se alojan en las letras desde tiempos inmemoriales.
Por ello, González Ríos accede al aprendizaje primero (vocabulario, asociaciones, ritos iniciáticos) para discurrir sobre la pulsión, el deseo y la voluptuosidad. La pieza “mayoría de edad” proporciona una clave esencial para afrontar esos xx poemas… Cuando la voz enuncia:

…ya estoy bastante grandecito
para desearte como a un dulce
y llorarte como un niño[,]

queda clara su noción de dónde está plantada. Aquí, no se conversa sobre el capricho, el antojo; menos, desde la nostalgia. Comparecemos ante un acto de violencia contra el Estado, ya que Juanmanuel se reapropia de los niños como sujetos sexuados y sexuales para emplearlos como pretexto en el texto erótico. Como estipuló Michel Foucault en su primer volumen de Historia de la sexualidad, despojar a los niños de su sexualidad constituye una de las prácticas del Sistema para reducir su carácter de sujeto. Nuestro autor se rebela contra dicha amputación de la subjetividad y les devuelve a los niños su representación.
De ahí que, posiblemente, se derive la constante de la escuela. En “a orillas del otoao”, de Sobre todo tus silencios, el hablante lírico comenta que prefiere no contemplar el asesinato de cuatro niños:

por  no imaginar el luto de los pupitres
el timbre roto
a la hora del recreo[.]

En la novena confesión de su segundo libro, Confesiones de juan pedro gratitud, expresa:

imaginar que llegas una tarde corriendo
con tu sudado uniforme escolar

El primero de los xx poemas… expone que:

sin quitarse el uniforme
mariela abre sus piernas…[.]

Y, en el séptimo, aparece Santiago masturbándose mientras huele:

el tibio pedazo de tela
que hace apenas un rato
usaba mariela
bajo su verde uniforme a rayas[.]

Los pupitres, que remiten a filas; el timbre, regulador del tiempo, y los uniformes                  –evoquemos “uniformidad”, “rigidez”, “controles”- fungen como detalles que delatan esa destrucción del niño y su libertad, que generan la escuela y su práctica civilizadora. La educación pretende hacernos menos niños, regimentarnos cada vez más como ciudadanos y, por ende, en ello escapa la ideología estatal que interpreta al niño como salvaje.
Hablemos del precipicio. Juanmanuel González Ríos se arroja, se tira pa’ lo hondo con temas moralmente escabrosos. Ello me parece un gran valor de su poética porque bien es sabido que, generalmente, no se produce buena literatura desde la felicidad, ni cuando el autor se aferra a convencionalismos sociopolíticos. Cuando -de vuelta al primer poema de esta colección- Mariela se deja acariciar entre los muslos sin quitarse el uniforme:

cierra los ojos  trinca la osamenta
siente que le falta el oxígeno
que se le agiganta el pulso
que todos los latidos de su cuerpo niño
se aglomeran en su sexo[.]

Aceptémoslo: ¿qué mejor manera de remitir al placer orgásmico sin nombrarlo? Entonces, entra en escena la pasión desde su raíz griega, pathos, que la vincula a la patología: la enfermedad.
A partir de acepciones psicopatológicas, el autor conecta el incesto, la pederastia, el fetichismo, el voyeurismo, entre otras peculiaridades que alcanzan las sexualidades cuando se dilatan.
Vamos a hablar/…del borde. Estamos ante xx poemas, conclusión obvia cuando se cuentan, pero con instrucciones: deben ser leídos en el tren urbano. Por tanto, existe una propuesta irreconciliada con la foto que sirve de portada. Esa imagen muestra a tres niños jugando al trencito entre las vías del antiguo tren de Puerto Rico, ahora ocultas bajo un pastizal. Esa dicotomía aclara que la escritura de González Ríos pertenece a un tiempo futuro con respecto del pasado que evoca la foto, y a un escenario urbano, ajeno a aquella ruralía.
El tren funciona como falo, sí, pene metálico que ondula y se transporta hacia estadios diversos del deseo, mas también al autodescubrimiento y el des-cubrimiento del cuerpo del otro-de la otra en un momento cuando Mariela y Santiago nacen a su sexualidad. Cada estación marca un hito de intensidad en la experiencia cuyo destino, a medida que la niñez queda atrás, dista bastante del final feliz de los cuentos de hadas. Esta conclusión queda manifiesta en la pregunta que Santiago formula en el último poema del libro:

—¿por qué abolir la niñez de nuestros juguetes
si no toda sombra es un pájaro
entre el sol y el miedo a las raíces?¨

Por último, conversemos acerca de la piel, de la canasta de palabras con que Juanmanuel González Ríos elabora su poesía. He aquí el decir de todos los días, un lenguaje mayormente sencillo y elemental (como la tierra, el agua, el aire, el fuego). Son “palabras ordinarias en boca extraordinaria”. A estos veinte poemas asiste una voz lírica adulta que baraja sus materiales de escritura para expresar con fluidez la experiencia tortuosa del cuerpo que entra a la adolescencia y empieza a “adolescer” las pasiones que anuncian el también dolor del amor que nos espera.
Quizás, el décimo poema resulta crucial. Rompe la forma libre del libro con la rigidez del soneto. Irrumpe el vocabulario marino, tal vez como recreo a las dinámicas del tren y sus accidentes “estacionarios”. Paradójicamente, se eleva el encuentro amoroso a partir del hombre anclado a la profundidad de la pareja y, finalmente, tras el “vacío[,] aplacamiento[,] desasosiego”, el poemario rescata la voz inicial y continúa con ella para desentramar el cuento de Mariela y Santiago desde una perspectiva cada vez más degradante que vaticina el lamentable final.
xx poemas para ser leídos en el tren urbano es todo piel; desfile de formas. Hay que leer e interpretar las estaciones, identificar los diálogos, captar las tipografías, detectar los espacios y fijarse en la escasa, pero estratégica presencia de los signos de puntuación.
Trabajo inteligente este de Juanmanuel González Ríos. Como expresé en la intimidad al terminar la lectura del poemario, le doy un primer lugar ante el jurado de mis ojos, y la oportunidad de comentarlo públicamente, constituye una mención de honor… para mí.

-Carlos Vázquez Cruz-


 
Miembro fundador del colectivo literario El Sótano 00931. Ha publicado Inimaginado (poesía-cuento-ensayo, Edición de autor, 2003), 8% de desk-cuentos (cuentos, CBH, 2006), Dos centímetros de mar (novela, Editorial Tiempo Nuevo, 2008), La mirilla y la muralla: el estado crítico (crítica, Sótano Editores, 2009) y Sencilla mente (poesía, Sótano Editores, 2010). El PEN Club de Puerto Rico premió 8% de desk-cuentos y Dos centímetros de mar entre los mejores libros publicados en 2006 y 2008, respectivamente.

En el año 2008, se le concedió la Beca del Banco Santander para la Escritura Creativa en Español, en New York University. Su proyecto de tesis, recién culminado, es un poemario titulado Ares o mis antagonismos.

lunes, 5 de abril de 2010

Entrevista



¿Cuáles son sus orígenes?

jmg -Mi origen, como el de todo ser humano, es oscuramente incierto o, como diría el poeta Rubén Darío, un “…no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!…”. Nací, pues, en el viejo Hospital Municipal de Arecibo, el bicentésimo vigésimo octavo día (16 de agosto, según el calendario gregoriano) del año 1977. Lo que sí sé, es que mis padres son Juan Heriberto González González (alias “el compy”) y Felipa Ríos Pérez (alias “Penny” o “Fela”). Tengo cuatro hermanos de sangre, dos adoptivos, muchos primos, tres hijos, una esposa y un buen par de suegros… En cuanto a mis orígenes literarios, tampoco estoy muy seguro, pero siempre fui el primo raro al que le gustaba lanzar piedras, pelear hasta dormido, escupir más lejos y leer desde “Condorito” hasta los mensajes en las paredes del baño de la escuela. Una cosa tengo clara, mi inclinación hacia la poesía me surgió a través de la música. Aprendí a tocar guitarra en sexto grado y comencé a componer canciones para mi papá, mi mamá y una niña que me robaba el hambre (mientras otros se sorteaban mi merienda) a la hora del recreo, con el solo hecho de contemplarla morder la manzana que traía en su lonchera. La poesía vino luego…


¿Cuál fue o cuáles fueron sus primeros libros?

jmg – Sobre todo tus silencios es el primer libro que publico. Está compuesto por poemas escritos entre 1997 y 2001. Antes de Sobre todo tus silencios, cofundé la revista Guasábara en la Universidad de Puerto Rico recinto de Arecibo y, en el recinto de Río Piedras, la revista literaria El sótano 00931. En ambas publiqué poesía, pero en la segunda, publiqué también un ensayo. De igual modo, mis textos fueron publicados en diversas revistas literarias nacionales y cibernéticas, así como también en la antología Literatura puertorriqueña del siglo XX de la crítica y profesora universitaria Mercedes López Baralt. En el 2008, publiqué un breve texto intermezzo que titulé confesiones de juan pedro gratitud. Hace unos meses, como parte de un proyecto que llevaba gestándose desde hacía algún tiempo, la revista El sótano 00931, sin dejar de ser revista, se convirtió en el sello editorial Sótano editores. Bajo dicho sello editorial que cofundé junto a Federico Irizarry Natal, Zuleika Pagán, Carlos Vázquez Cruz y Sonia Marcus Gaia, acabo de publicar mi más reciente libro: XX poemas para ser leídos en el tren urbano .
Pero si de iniciales (o inaugurales) lecturas se trata, los primeros libros que leí no fueron estrictamente literarios, sino de carácter científico. De la ciencia conservo la inclinación hacia la experimentación y la curiosidad por los misterios del mundo. Claro que prefiero cualquier hipótesis en lugar de la irrefutable ley o la mordedura fija de la teoría …


¿Cuáles son sus lecturas o libros favoritos? ¿Cuáles son sus autores favoritos?

jmg –Si como dijera Gerardo Diego, toda antología es un error, no quisiera pecar de exclusividad por borrachera, ni de inclusivo por exceso de sobriedad. Prefiero la literatura hispánica (el idioma limita o posibilita el goce: no hay mejor manera de expresar un orgasmo), aunque nunca están demás las buenas traducciones… Algunos nombres que se cubren de polvo en mi biblioteca son: Girondo, Cardenal, Pessoa, Boccanera, García Montero, Paz, Lezama Lima, Pacheco, Parra, Reyes, Lorca, Alberti, Cabral, Hierro, German, Goytisolo, Galeano, Sabines, Pellicer, Pizarnik, Villaurrutia, Westpahelen, por sólo mencionar los más expuestos, desde aquí, a la vista…


¿Qué quiso decir usted en su libro titulado Sobre todos tus silencios? ¿Cuál fue o cuáles fueron las preocupaciones que tuvo para publicarlo?

jmg -No estoy muy seguro de qué fue exactamente lo que quise decir, pero dije algo, peor aún, lo escribí… Y ahora soy yo quien se pregunta -como después de una gran borrachera en la que no recuerdas quién te llevó a casa, te quitó la ropa o cómo y por qué amaneciste en tal o cual lugar- : ¿por qué dije lo que dije como lo dije? Sobre todo cuando yo, el de entonces, ya no soy el mismo. Ya lo afirmaba Valéry cuando decía que un poema no se termina, sino que se abandona. Lo mismo aplicaría a un libro, el problema sería saber el punto exacto de cocción, ni más ni menos. Sin embargo, admito que no tuve preocupación alguna para escribir ni para publicar, sino hasta después de hacerlo y por fin caer en cuenta de la gravedad del asunto…No me arrepiento. ¡¡¡A lo hecho pecho, pues!!!!


¿Cuál es el tema principal y cuáles son las imágenes que predominan en su libro Sobre todos tus silencios?

jmg -No existe una temática unidireccional, uni-versal, aunque la presencia del conector “sobre todo” en pleno título abriga un énfasis… Lo imposible de decir desarticula el discurso lírico que se torna auto paródico e implosivo. De ahí el tono un poco machista de algunos textos, el algodón, las muñecas, el llanto, las luces de neón, el abismo entre las sílabas y la palabra como insondable abismo, el crimen, la orfandad, la niñez como una tarjeta postal sin remitente… o como bien dices tú misma y te cito: “Sobre todos tus silencios es la expresión de lo que callamos y usted se atreve a expresar, usted crea una forma única de expresar vivencias, las palabras que comúnmente callamos y obviamos escribir, es decir, lo que deseamos y queramos como queramos, sin tapujos.” El deseo sesereante, el deseo susurro, deseo al que se le lame la cremita y luego se le come la galleta, la leche del deseo, el falso bigote de leche…


¿A qué tipo de lector apela su relato o a qué personas les recomendaría su libro Sobre todos tus silencios?

jmg -A todo aquel que no sufra de excesos de literalidad o pueda catalogarse como simple analfabeta de la imaginación… Lo cierto es que no creo en el poema demasiado hermético, pero tampoco en la sopa de letras con su cucharita retórica… Prefiero pensar lo poético desde lo arquetípico del lenguaje común, como una capacidad de asombro paralela a la niñez, un salto de rayuela sin paracaídas o el grave precipicio de la piedra, un esconderse tras la palabra pequeñita dejando la mitad del cuerpo afuera y gritar ¡trampa! tras ser sorprendidos, o la esperanza intermitente tras cada GAME OVER, con los bolsillos repletos de monedas…


¿Quién le publicó su libro Sobre todos tus silencios?

jmg -Definitivamente en eso tuve muy poco que ver. Yo quería publicar, lo que no tenía era modo ni consciencia de ello, menos aún en el momento en que ocurre. Cuando mi amigo poeta y para entonces director de la revista El sótano 00931, Julio César Pol, me dijo que tenía que montar un libro con mis poemas hasta entonces escritos, el pastizal de textos que bullían en mis libretas se me hizo un simple manojo que, si fuera hoy, no cubrirían ni el piso de la cajita de pasto para los Reyes… No obstante, tomé el manojo de entonces y se lo entregué. Agradezco, pues, su gentileza y la fe que tuvo, no sólo en mi trabajo, sino en el de los demás compañeros sotaneros. Gracias a él y al editor de Isla Negra, Carlos Roberto Gómez Beras, el sueño de un primer libro se me hizo realidad.


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Pd. #1: Explicar un poema, nunca. No podría hacerlo. La clave está en tu propia lectura. Si la lectura lineal no te dice mucho, ve a los símbolos, a las imágenes y a sus significados múltiples. Si la interpretación que obtienes se sustenta con el texto, es válida. La literatura es el mundo de lo posible…


Pd. # 2: La portada la hizo un gran amigo que además de artista gráfico, es cineasta. Él posee un interesante trabajo en la realización de cortometrajes. Uno de ellos, juega de forma intertextual con el poema 12 del libro Espantapájaros de Oliverio Girondo, mediante el uso de muñecas o torsos de ¨Barbies¨. Y como el poema que cierra el libro hace alusión a la niñez, pues por ahí va la cosa… Puedes ver el cortometraje en www.reynaldoroman.com.


Pd. # 3. Espero haber dicho algo que cumpla con tus expecta-tivas…