Un primer libro de poemas es siempre una pieza de asombro. Luis Buñuel, quitando la parte oscura de aquella expresión, lo llamaría objeto del deseo. Un primer libro de poemas es una caja de música, porque remite a una primera melodía. El poeta que lanza su primer libro de poemas, desde su voz al mundo, es un cazador que va en pos de la palabra exacta a la cual pueda arrebatarle, a gusto, la existencia y buscarle horizontes nuevos a través de rendir metáforas, o metametáforas, en la búsqueda de un estilo propio. Diremos entonces que el poeta es un cazador que por vez primera afina su caja de música, es decir, su primer libro de poemas. Su voz llega a los lectores para atraparlos, para cazarlos, para cautivarlos. El escuchar la voz del poeta unida a su propuesta es dejarse atrapar, porque la poesía aparte del rigor, exhala seducción, deseo de marcar otro camino muy lejano al horario cotidiano.
Observamos a Walt Whitman en su sillón póstumo, contemplativo y excelso. Las palabras ahora son maravillosas, destemplan todos los escapes hacia la soledad. Whitman en su barba tiene todavía la mariposa olvidada de Federico García Lorca, luego de su Poeta en Nueva York . Podemos observar a Samuel Taylor Coleridge definiendo su sustancia dentro de la inmensidad de la existencia. Rosario Castellanos viene del ser definido en Poesía a través del magistral poema Lamentación de Dido cuyos caminos de imágenes todavía nos revelan dimensiones de belleza y música. Pedro Salinas nunca pudo escapar del Mar Atlántico y puertorriqueño, lo sigue contemplando, irrefrenable. Julia de Burgos siempre fue su propio río, luego del arrobamiento de Río Grande de Loíza, Clara Lair sigue desbocando imágenes desde su Trópico Amargo, Marina Arzola, Ángela María Dávila, Francisco Matos Paoli, todos poetas de magnitud y brillo han sido seductores desde la primera vez. De modo que un libro de poemas lanzado al eco del mundo es el deseo del poeta a ser parte de ese eco, vestirse con ese eco, lograr ser también un eco.
Conocemos la trayectoria de la revista El Sótano 00931. Desde su primer número editado por los compañeros poetas Julio César Pol y Jorge David Capielo, pudimos presenciar un evento renovador en nuestra literatura para un nuevo siglo. Al entrevistarlos para mi columna en el semanario Claridad las espectativas de estos jóvenes poetas eran casi espejo en un cielo creador y benéfico. El Sótano se colocaba junto a Taller Literario del destacado narrador y amigo Carlos Esteban Cana en las dos expresiones más contundentes de unos escritores que, a veces no lograban presentar sus propuestas, o ser escuchados y sobre todo, ser leídos, ser seductores, provocadores del verbo.
De esta luminosa vendimia surgen dos nombres: John Torres y Juanmanuel González. Entran al mundo de la palabra con sus libros Fracturas del devenir y Sobre todo tus silencios bajo la rúbrica de la Editorial Isla Negra. Dos libros con su profundidad, su contraposición, su dialecto, su esfera hablada de imágenes y cómo no, su matemática. Hay una madurez inusitada en ambos libros. Ese es un factor resuelto para el poeta que desea el poema exacto. La intertextualidad es brillante, abrasadora, conjuga así, un robusto panorama hecho por el poeta para el embarque a los sentidos. Ambos libros desean tener una piel sensorial, arcana, o sencillamente invocar una magia que el lector toma y hace suya, por medio de la palabra iniciadora de los versos. John Torres le llama fractura, surco nuevo, derrotero, espacio infinitesimal, medido en brasas colindantes con el Canto Cósmico de Ernesto Cardenal, aunque el poeta lleva también junto a su libro una bitácora de todos los diálogos hechos frente a la diversidad de autores. Podemos encontrar a Michelle Foucault, Georges Bataille, Octavio Paz, Robert Desnos, y la siempre adorable Janis Joplin. El devenir implica para John un futuro que puede terminar con laceraciones hechas por el presente, quizá hasta halla una fractura.
El libro tiene su componente lúdico, sus encerronas, hay una inestabilidad creada por la lectura del alma y de la mente. El poeta usa su vestido herido de sensaciones, de divergencias, del cauce subvertido del espíritu en contemplaciones, del lado triste de un ideal, la ironía brinda apoyo al mensaje que se desea entregar. El dolor tiene su representante en el poema bilingüe A Life lees ordinary que usa como epígrafe una estrofa en la voz solitaria de Janis Joplin. El poeta observa, es inquilino en una casa desbordada de vacíos. Los vacíos son el área de llanto y soledad. Humo de cigarrillo y más al fondo, un neonato sigue desgarrando su voz. El poema es logrado porque nos brinda la penumbra que se necesita para leerlo, te vas haciendo compañero del poeta y casi eres como él. En el poema Romance de un pistolero la brevedad se atreve a ser un signo de máxima profundidad. ¿Acaso nos sucede lo mismo que al pistolero? Vamos y venimos en el trapecio de nuestras vidas, dice el poeta sin necesariamente estar armados con un revólver, venimos en nuestro drama humano, no podemos marcharnos y mucho menos quedarnos. Vivimos bajo la consigna de volver o no volver.
Habita en Fracturas del devenir el refrescante rapto de los conceptos científicos, tecnológicos, biológicos y se le asignan nuevas asonancias, fronteras vivas con el uso novedoso de la palabra y el texto. Ya sabemos que Kafka tiene un microbito, Descartes se descarta a sí mismo, que podemos enfermarnos de una mujer, y que el éter especula y no impone como estamos acostumbrados a escuchar. El libro tiene tres capítulos de hechos poéticos: Bitácora del sueño, De Santos y Síntomas, y desde luego, Especulaciones del éter. El poeta ha trabajado intensamente para una vez lanzado, también se intente la adquisición de una personalidad poética. El uso del caligrama es saludable y siempre despoja los contornos que nos hacen llegar a la memoria de Apollonaire.
Juanmanuel González Ríos va de paseo con Pablo Neruda. Hablan en silencio. Los espejos se congregan a escuchar al joven poeta en su nacimiento, el gran poeta Pablo aplaude. Sobre todo tus silencios es un libro escrito con ingenio, frescura, y también posee complementos lúdicos que de pronto sorprenden en insospechadas seriedades descifrando el ser y sus congruencias con la vida, con la política, con el sexo, con la ironía del abandono de amor, con la soledad del silencio y con la ventura del recuerdo. Es un libro de excelentes y vistosos mosaicos que pueden abarcar desde un día cotidiano en la visión del poeta, que cuando no tiene nada que decir, ve televisión, hasta el poema de cierre que es un himno al ser amado, a la mujer perdida en las muñecas de trapo, en los jardines eróticos y el rezo del espíritu porque el amor invoca los silencios y el poeta los transcribe.
La primera parte del libro lleva por título De cómo el joven poeta escribió su primer libro. Los poemas marcan aspectos recreados en el espejo de Juanmanuel González, es decir, nos presenta su cédula de creador. Se impone en esta primera parte las introspecciones, la fotografía íntima que lo lanza a escribir. Sésamo queda abierto en la invocación abrapalabra, runa mágica que sucede al exquisito prólogo de la Dra. Mercedes López Baralt, viajera incansable con Neruda y andante con el joven poeta. Este epigrama de apertura es el camino a recorrerse en todo el libro, la palabra hacia el tiempo, la vida y el espacio. Luego el poeta describe su ilusión sobre la muerte, su visión sobre la vida en el poema Close Encounter, o emerge en la palabra del humor negro, palabra dispuesta a resolver el problema del status con el regalo de La Epifanía: una metralleta AK 47. El Padre Nuestro abandona su homilía y entra al retablo de un cerezo en flor. Aquí el Padre Nuestro es solicitado en la barras, en las discotecas, en los niños muertos en Irak cortesía de George W. Bush, deambula por el tetaje de Ivete Cintrón, luego cae en el libre albedrío y el libertinaje y, sobre todo, que sirva la libertad para que la estadidad nunca llegue al puerto. También en este primer acto de poesía los poemas tienen mensajes de voz telefónicos, briosos, condensados en estilo y forma.
La segunda parte se titula Un Fin de semana en el abismo como si presintiéramos los elevadores de Dante con solamente dar la orden de descender. Cada poema de este capítulo es un descenso a lo amado, a lo perdido, a lo roto, a lo que está vacío. El poeta se pregunta dónde están las cosas que son trascendentales. Los poemas hablan entre sí, van diciendo el acoso de la imagen, la sed en la imagen, la fuerza y la debilidad de la imagen al buscarse. Todo es el cauce del río en rumbo sur. Es un himno claroscuro al amor y su mensaje de llanto o búsqueda. El libro cierra con Sobre todo tus silencios, en eco nerudiano, pero afirmando ya la personalidad del joven poeta. Los poemas de este capítulo son verdaderamente brillantes y demuestran dominio del oficio.
El poema que abre el capítulo A orillas del Otoao es contestatario con el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca. La sangre se identifica en cuerpo de niño, la masacre se incrusta en la voz del poeta, las escenas vuelan en tristes pero deslumbrantes imágenes, los perros sintonizan el frío, la noche, la muerte.
Las nanas de la sangre, como las nanas del poeta de Orihuela, pastor de ovejas y luchador incansable Miguel Hernández, rebozan nostalgia, soledad, ternura, y un colorido poético revelador. Aquí el poeta musita a su hijo la sustancia de su alma. Aquí el llanto y el dolor adquieren sus palabras de viaje y llegan al lector en profundas claves humanas donde se resalta la inocencia de la niñez, la que nunca debe irse y el silencio de la tristeza. El padre le canta al niño, lo abriga, le da la energía del amor vivo, en tinta azogue para que nunca desaparezca y se recuerde. Aquí también la nana se hace himno contra la injusticia, la pobreza y el hambre.
El poema final es también de soledad, y queja. Sobre todo tus silencios, como decir que aunque ya no hay nada que recordar, el silencio de la amada ya es una victoria… triste. El poeta relata el viaje de amor, la búsqueda rabiosa por cada rincón del tiempo, la esgrima de las manos al cuerpo y al pecho. La amada duele, por parajes abandonados de luz, por la búsqueda en la fiesta dormida de las muñecas de trapo, duele la historia vivida, la toma del cuerpo, la envergadura del llanto; solamente el poeta conoce sus sombras, su vigencia y sus misterios.
Finalmente, estos dos libros Fracturas del devenir y Sobre todo tus silencios marcan el fruto de un trabajo comprometido con la palabra y su múltiple estación de asalto. Porque la poesía es asalto al oído, al alma del que la escucha. Aquí tienen dos libros, dos primeros libros dispuestos a ser escuchados, a cazar lectores. Sobre todo, me siento muy honrado al escribir sobre dos libros esenciales. La poesía está de fiesta, vive, grita y extiende sus alas, no sólo en John Torres y Juanmanuel González sino en toda esta generación de poesía que compartimos. No ha sido en vano, nos queda mucho por decir.
Marioantonio Rosa
poeta y periodista puertorriqueño
Especial para En Rojo/ Claridad
22 al 28 de junio de 2006
Págs. 24-25